viernes, 29 de octubre de 2010

Ikebana

Arte floral japonés
La escuela más antigua de Ikebana es Ikenobo, fundada por el sacerdote Ikenobo Senkei en el siglo XV. Cuentan que el sacerdote contemplaba cómo los fieles acudían a los templos con ramos y flores como ofrenda, y cómo descubrió que según fueran los motivos que llevaban a los feligreses al templo, arreglaban las flores de una manera u otra. Comprendió que quien iba al templo a pedir salud o el que iba a pedir una buena cosecha, plasmaba esos deseos en el arreglo de las flores que llevaba. Se creó el estilo Rikka, que literalmente significa "flores que están quietas".
En el Ikebana la elegancia de las ramas nos transporta al cambio de estaciones. Una única flor simboliza la naturaleza, el bambú simboliza integridad (porque no se dobla), el pino la longevidad y las cosas imperecederas y el Amur Adoni la buena suerte. Cada flor y cada rama que se utiliza tiene una simbología concreta. La escuela japonesa más antigua de Ikebana es Ikebono, que aún perdura en nuestros días, con la 45ª generación de maestros de Ikebana. Otras escuelas surgieron a través de la historia, como Sogetsu y Ohara, aunque es Ikebono la que se considera el alma del Ikebana. En el siglo XVIII los diseños eran sobrios y simples, constituídos por tres ramas principales que formaban una unidad para expresar los cambios constantes de la vida. Por lo tanto, se puede decir que hay 3 estilos de arreglar flores:
  • Rikka cuyos orígenetrictas, sino que es llevado por su imaginación y su forma subjetiva de entender la naturaleza.

Durante el siglo XX el interés del Ikebana tuvo su punto álgido, ya que las escuelas atraían a todo tipo de público de todas las clases sociales. Durante la guerra, las esposas de los soldados encontraron en el Ikebana una manera de alejarse de la realidad y se fundó en 1927 la escuela Sogetsu, dirigida por Teshigara Sofu, revolucionando el mundo del Ikebana con la introducción de nuevos materiales como plástico, yeso y acero en sus creaciones.Actualmente existen en Japón más de 3.000 escuelas de Ikebana, y otras tantas en todo el mundo. Lejos de ser una práctica obsoleta, las mujeres jóvenes japonesas dedican muchas horas de su tiempo libre a este arte.


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